El Dios Creador es “…el
Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”, 1 Timoteo 6:17b.
No existe, de un modo explícito, una orden
bíblica sobre el tema del control de la natalidad, pero en las Escrituras hay principios relacionados con la vida, el
sexo y los hijos que pueden ayudar a la pareja de creyentes a tomar una
posición correcta acerca de este tema.
1.
El principio de unidad dentro del matrimonio:
El pacto:
“Por tanto, dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola
carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.”
Génesis 2:24-25. Ser
una sola carne es lo que define al matrimonio, y el sexo establece esta
relación única y exclusiva entre la pareja. Esto significa una profunda
intimidad entre los cónyuges y simboliza la unión de Cristo con su iglesia
(pacto).
El deleite:
“Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer
de tu juventud, Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan
en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre” Proverbios 5:18. Dios creó el sexo para mutuo deleite de la pareja, y la posibilidad de
un embarazo está siempre presente. Es más, Dios mismo se agrada en que su
pueblo sea multiplicado y por eso bendice a la pareja con el deseo sexual y con
el afecto.
No abstinencia:
“No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo
de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a
juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra
incontinencia. Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento.” 1 Corintios 7:5 La
Biblia le indica a la pareja de esposos tener relaciones sexuales
frecuentemente y no suspenderlas, para que no se expongan a la tentación; la
satisfacción mutua fortalece su unidad.
“La mujer no tiene potestad sobre su propio
cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio
cuerpo, sino la mujer” 1 Corintios 7:4.
Ser “una sola carne” también
implica que el cuerpo del hombre no es de él, sino de su esposa, y que el
cuerpo de la mujer no es de ella misma sino de su esposo; esto llama a cada
miembro de la pareja a ser responsable por el bienestar del cónyuge.
2. El principio de la
procreación dentro del matrimonio:
Llenar la tierra:
“Y creó
Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra, y
sojuzgadla…” Génesis 1:27-28. Una de las funciones que debe cumplir un
matrimonio cristiano es tener hijos que glorifiquen a Dios reflejando su imagen
y llenando la tierra. La concepción y la maternidad son los procesos que el Él
diseñó para lograrlo.
La bendición de los hijos:
"He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del
vientre” Salmo 127:3. Cada acto sexual tiene la posibilidad
de un embarazo, no se puede desligar el uno del otro, por lo tanto los hijos deben ser bienvenidos
y considerados como una bendición de Dios que hay que recibir con
alegría y no como una desgracia.
3.
El principio de la preservación de la vida:
“No matarás” Deuteronomio 5:17 Dios
es soberano sobre la vida y nos ordena protegerla. El decide sobre la concepción, el nacimiento
y la muerte de cada humano. Éxodo 21:22-23 nos dice que la
muerte de un feto no nacido se castiga con la muerte. Por lo tanto,
el aborto está prohibido por Dios.
Para hablar del
control de la natalidad, o la anticoncepción, es
muy importante precisar cuando comienza la vida de un ser humano. En el momento
de la concepción, cuando se unen un óvulo y un espermatozoide, se forma una nueva
célula llamada cigoto, este cigoto es diferente a cualquier otra célula, porque
tiene todas las cualidades necesarias y las especificaciones particulares de
ese nuevo ser, por lo tanto deja de ser una célula más, convirtiéndose en un bebé no nacido que lleva la imagen de Dios.
Los anticonceptivos:
Teniendo en cuenta que la vida humana
comienza en la fecundación, podemos agrupar los métodos anticonceptivos, para nuestro propósito, en dos
clases:
a.
Los
que impiden la concepción. En este grupo están: Los que impiden que el esperma llegue al óvulo, los que matan
el esperma y los que evitan que se liberen óvulos cada mes.
b. Los
que destruyen el cigoto u óvulo fecundado. En este grupo están: Los que modifican la membrana mucosa que
recubre el útero e impiden
la implantación del óvulo fecundado en el útero (aborto prematuro), y los que
matan el cigoto ya implantado (píldora del día después).
El primer grupo actúa antes de la fecundación,
pero el segundo atenta contra la vida del cigoto, quebrantando el quinto
mandamiento de la Ley Moral de Dios: “No matarás”, Éxodo 20:13; así que, como
creyentes debemos desechar el segundo grupo.
Métodos que impiden la concepción:
Naturales: Son métodos en los que no interviene
ningún elemento externo, se basan en la observación de los días fértiles de la
mujer. Son: El método del calendario, de la temperatura basal, y el de la mucosa
cervical.
De barrera: Son los que impiden el ingreso de
los espermatozoides al útero y trompas. Entre ellos se encuentran el condón o
preservativo, el diafragma, la esponja.
Los espermicidas: Son métodos químicos, actúan sobre el espermatozoide e interfieren con su
movimiento. Vienen en forma de gel, espumas, cremas, tabletas o supositorios
vaginales.
Definitivos o quirúrgicos. Ligadura de trompas: donde se impide el acceso del óvulo al
interior del útero. Vasectomía: consiste en la oclusión y sección de los
conductos deferentes, con ello se evita que el semen eyaculado contenga
espermatozoides.
Métodos que hay que
verificar:
Son métodos
hormonales que existen en el mercado. Hay que verificar que efecto producen sobre el cigoto y el endometrio, si
permiten o no la implantación.
La píldora: Medicamento
oral con hormonas, que altera el funcionamiento del cuerpo para prevenir el
embarazo. Comercialmente hay píldoras que impiden la concepción y otras que son
abortivas.
Implantes anticonceptivos: Consisten en dispositivos
llenos de componentes hormonales que se liberan de manera
continua en pequeñas cantidades diarias e inhiben la ovulación.
La Inyección
hormonal: Impide la ovulación durante un período de tiempo.
Anillo anticonceptivo: Es un anillo de plástico introducido en la
vagina, que libera diariamente dosis bajas de hormonas y se pone igual que un tampón.
El DIU de cobre está hecho de plástico y
envuelto en cobre, que es un metal tóxico para el endometrio, por lo tanto, lo
altera para que el óvulo fecundado no pueda implantarse en el útero.
Métodos
anticonceptivos como el DIU, la píldora del día después y la píldora de los cinco días después, actúan impidiendo la implantación del óvulo fecundado, es por eso que son considerados como «métodos anticonceptivos
abortivos».
Tomando en
cuenta los principios bíblicos y los métodos anticonceptivos descritos, podemos
llegar a estas conclusiones:
Una pareja
cristiana debe disfrutar de la intimidad sexual, disfrutar de los hijos y valorarlos altamente como Dios lo hace, oponerse
al aborto y llegar a un acuerdo de libertad cristiana. Quiere decir que,
ciñéndose estrictamente a los principios bíblicos, Dios le da libertad para
elegir si usar un método anticonceptivo (no abortivo) o no usarlo. Por
supuesto, los cónyuges creyentes nunca se decidirán por un método de
anticoncepción abortiva. El resultado siempre será el que Dios ya decretó (en
su diseño eterno), porque Su Soberanía sobrepasa nuestras decisiones, y Él es,
en última instancia, quien determina el tamaño de una familia. Albert Mohler
dice: “El matrimonio representa una cadena de dones divinos que incluye el
placer sexual, el vínculo emocional, el apoyo mutuo, la procreación y ser
padres. No debemos impedir estos bienes del matrimonio, ni tampoco escoger solo
aquellos que deseamos para nosotros mismos.” En cada cosa que hagamos debemos revisar cuál es
la intención del corazón…
Una pareja debe
sentarse a analizar este tema tan importante para la familia, tomar una decisión extraída de las escrituras para que agrade más a Dios que a su propio bienestar, y aunque Dios tiene la última
palabra, puede llegar a un acuerdo acerca de cuántos hijos pueden alimentar,
vestir, cuidar y educar para la Gloria de Dios.
“Al mismo
tiempo, las parejas no deberían practicar control de la natalidad si viola su
conciencia (Romanos 14:23) - no porque la anticoncepción sea intrínsecamente
pecaminosa, sino porque siempre está mal violar la conciencia. La respuesta a
una conciencia mal informada no es violarla, sino más bien, corregir y con
razón, informar a la propia conciencia la verdad bíblica.” R.C. Sproul
6 comentarios:
Muy interesante y educativo. Creo que el pueblo cristiano debe estar mas informado sobre este tema. Muchas Gracais Patricia. Saludos,
Gracias por este artículo, me ha animado y me ha confrontado mucho. Dios les cuide
Excelente, gracias
Muy interesante
Muy claro y de mucha ayuda gracias
muy interesante....todo a Dios gracias por sus vidas...en lo personal creo que Dios es soberano...y que como parejas la decisión debe ser entre dos siempre y cuando respete las directrices bíblicas y no solo ..por hacer las cosas a nuestro antojo..Dios les bendiga más
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