Sexualidad en plenitud


En 1 corintios 7:2-5 encontramos unas recomendaciones para conservar una relación sexual plena y bíblica dentro del matrimonio.

a.     La sexualidad enmarcada dentro del matrimonio

“Pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”. 1 corintios 7:2

Dios diseño el sexo para bendecir al ser humano, pero en su sabiduría lo enmarcó claramente dentro del matrimonio para que fuera el único lugar seguro y santo en donde varón y hembra pudieran gozar la intimidad y así evitar problemas innecesarios.

“Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre. Proverbios 5:18-19. En otras palabras: esposo, sé fiel, satisface tus deseos sexuales con la esposa con quien te casaste en tu juventud, mira su belleza y alegría, bebe en sus fuentes y embriágate de satisfacción con ella. Resaltamos las palabras: bendito, alégrate, satisfagan, recréate, todas ellas son adjetivos para las relaciones sexuales dentro de un matrimonio bendecido por Dios.

Dios no le da al hombre derechos superiores a la mujer, este pasaje aunque le habla al esposo, también habla a la esposa pues sus adjetivos van unidos a la satisfacción y alegría mutua. El sexo en el matrimonio debe ser reciproco y equitativo, donde la iniciación, el juego amoroso y la estimulación es responsabilidad de ambos. 

b.     La sexualidad es un deber

“El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido”. 1 corintios 7:3


Cada cónyuge tiene el deber de satisfacer al otro y para eso es necesario conocer que Dios diseño al hombre y a la mujer de una manera diferente para que, aun en la sexualidad, el verdadero amor se pueda expresar.  1 corintios 13:5-7 define el verdadero amor “…no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor…”

Es responsabilidad mutua reconocer las diferencias en la respuesta sexual. Mientras que para la mujer es muy importante tener un tiempo preparatorio de juego amoroso, una ambientación adecuada y un tiempo sin apuros, para que pueda entrar lentamente al deseo sexual, el hombre con pocas caricias y besos lo logra enseguida. El esposo debe actuar en relación a su esposa de acuerdo al diseño de Dios para la mujer, ser paciente y brindarle todo el tiempo que ella requiera hasta que esté lista para recibir a su esposo y ser una sola carne con él.

c.     La sexualidad se trata de entrega

“La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.” 1 corintios 7:4


Este principio habla de pertenencia. Los derechos del cuerpo se entregan al cónyuge en el matrimonio, quiere decir que el cuerpo de cada cónyuge deja de pertenecerle y pasa a ser propiedad del otro. Por lo tanto, si un esposo ya no tiene un cuerpo propio no lo puede entregar a otra persona que no sea su esposa. Lo mismo sucede con la esposa. Esto es fidelidad.

También vemos aquí un principio de entrega o de sumisión mutua, o sea que el placer sexual no se encuentra en buscar la propia satisfacción sino la del otro. Puede sonar injusto y arbitrario, pero Dios dice que “más bienaventurado es dar que recibir”, promete que el gozo aumentará, si en vez de buscar el placer individual, se hace todo lo posible para satisfacer al cónyuge.  Y si cada cónyuge se concentra en conocer al máximo al otro para darle el mayor placer, la consecuencia lógica será una vida sexual plena para ambos.

d.     La sexualidad previene la inmoralidad

“No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.” 1 corintios 7:5

Dios alienta las relaciones sexuales armoniosas y advierte que su privación o cesación pueden llevar a cualquiera de los cónyuges a pecar.  El sexo no es para manipular al otro o para lograr fines egoístas. Ninguno de los cónyuges está autorizado por Dios para privar al otro de su derecho a la intimidad sin ninguna razón, pues comete una falta en contra de su matrimonio. La decisión de suspenderlo debe ser acordada entre ambos, pues hay varias razones que pueden impulsar a uno de los dos a decir “esta noche no”, y el deber del otro es comprender y atender al que se siente cansado, enfermo, ha tenido un día difícil, o está preocupado con algún asunto.

La privacidad de un matrimonio es vital para conservar la buena salud sexual, una habitación única y exclusiva para ellos, donde ni los hijos, ni la televisión, ni las mascotas, ni otros distractores desvíen o atrofien las relaciones sexuales.

Mantener a la pareja satisfecha en la relación sexual es la mejor seguridad contra la inmoralidad, como la masturbación y la pornografía, y contra el adulterio pues no podrá ser fácilmente tentada. El cónyuge con el deseo menor debe estar dispuesto a ceder a los deseos del que tiene un mayor deseo, con el propósito de ayudarle a no ‘estarse quemando’.

Revise su vida sexual

Es triste ver que parejas creyentes pasan por muchas dificultades en sus hogares, muchas de ellas se basan en que uno o ambos no aman a su pareja en forma bíblica (ver 1 Corintios 13:5-7) y no reflejan el evangelio en sus hogares. Vemos esposos desconsiderados, autoritarios, frios y violentos, estas actitudes hieren tan profundamente a la esposa que la relación sexual para ella es una tortura y no un deleite. También hay esposas demandantes, orgullosas, egoístas, irritables y descuidadas, que alejan a sus esposos quitándoles todo deseo de acercarse a ellas. En ambos casos, se necesita la confesión de pecado, el arrepentimiento, el pedir perdón y orar para que Dios derrame su Gracia y puedan amar a su cónyuge con el amor que Dios ordena.

¿Qué es lo que más le agrada de sus relaciones sexuales?
¿Qué es lo que no le agrada o no disfruta?
¿Qué le hace falta para que sea más plena?
¿Qué es lo que más lo distrae o aleja para tener relaciones sexuales?
¿Necesitan cambiar algo en la forma que llevan su vida sexual?
¿Están cumpliendo con lo que manda la Escritura?
¿Con cuanta frecuencia tienen relaciones sexuales?
¿Qué puede hacer para satisfacer mejor a su cónyuge?

1 comentario:

Liliana dijo...

La intimidad en una paraje es parte fundamental para que el matrimonio no fraccasa, claro que hay cosas más importante como la compresión y el respeto, pero cuando las parejas no tienen intimidad puede que uno de los dos busque otra persona.
El sexo dentro del matrimonio es una forma íntima
de comunicación entre el hombre y la mujer, que les
provee algunas cuestiones indispensables para una buena relación.
Toda la información plateada en este post es muy buena e interesante, ojala y muchas parejas tengan la oportunidad de leerla.