Somos vulnerables a la inmoralidad sexual.
Todos los cristianos son susceptibles al pecado sexual. El mito de que somos moralmente invulnerables está muriendo poco a poco, incluso frente a la abrumadora evidencia. Pero no hay y nunca ha habido un anticuerpo místico que nos hace inmunes al pecado sexual.
"El orgullo va antes de la destrucción, la altivez de espíritu antes de la caída" Proverbios 16:18. ¿Qué nivel de orgullo está obligado a creer que el pecado sexual, podría superar a Lot, Sansón, David ("un hombre conforme al corazón de Dios"), Salomón, los Corintios, y muchos líderes cristianos de hoy, pero no a mi? Las advertencias de Pablo merecen un lugar destacado en nuestros espejos, tableros,escritorios y computadoras: "considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado" Gálatas 6:1: "Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga" 1 Corintios 10:12.
Somos totalmente responsables de nuestras opciones morales.
A menudo se dice que la gente "cae" en la inmoralidad. La expresión es tan reveladora como defectuosa y peligrosa. El propio término caída denota una mentalidad de víctima. Suena como si estuviéramos caminando por una calle y alguien nos hiciera tropezar o nos patee los pies. Esto implica que el colapso moral viene de la nada, que hay poco o nada que podríamos haber hecho para evitar lo sucedido.
No caemos en la inmoralidad. Entramos en ella. De hecho, a veces corremos de cabeza hacia ella. Debemos darnos cuenta desde el principio que la inmoralidad es una elección. No es algo que le sucede a la gente. Es algo que la gente hace que suceda.
Podemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr la salud física, y evitar contraer cáncer; sin embargo, sigue siendo posible que un cáncer nos ataque. Pero esto no es propio de la inmoralidad. Si dependemos de nuestro Salvador y tomamos medidas deliberadas y continuas para cultivar la pureza y evitar la inmoralidad, la podemos evitar. Ella no nos elige. Nosotros la elegimos —o elegimos evadirla.
Tenemos que tener cuidado con dónde, cuándo y por qué nos reunimos con personas del sexo opuesto.
¿Anticipas de una manera especial tus reuniones con alguien? ¿Cancelas tus citas con otras personas para reunirte con él o ella? ¿Prefieres que tu cónyuge o compañeros de trabajo no sepan que te estás reuniendo de nuevo? ¿O te sientes halagado/a cuando estás con él o ella en público? Estas pueden ser advertencias de una relación impropia.
Un hombre descubrió que sus pensamientos se desviaban más hacia una compañera de trabajo que a su esposa. Después de meses de racionalizarlo, finalmente admitió a sí mismo que estaba buscando cualquier excusa para tener largos almuerzos con ella cuando una pequeña discusión en la oficina hubiese sido suficiente. Su regla de oro se convirtió en: "Yo sólo me reuniré con ella cuando sea necesario, sólo el tiempo que sea necesario, sólo en la oficina, y a la vista de los demás." Con el tiempo su relación regresó a su estado original y seguro.
Tenemos que desarrollar un sistema de detección precoz para detectar el peligro de caer en la inmoralidad antes de que estemos profundamente arraigados en ella. Recuerda: Una relación puede ser sexual mucho antes de que sea erótica. El hecho de que no estoy tocando a una mujer, o simplemente porque no esté fantaseando sobre encuentros eróticos con ella, no quiere decir que no estoy involucrado emocionalmente con ella de una manera inadecuada. A menudo, el erotismo llega al final de la atracción emocional que, si no se trata de manera decisiva, conduce a una relación sexual. En mi experiencia, muchos cristianos terminan en la cama con alguien no sólo para satisfacer un impulso sexual, sino también porque creen que han llegado a amar de verdad a la persona. Ellos se tratan de convencer que el acto no ha sido algo barato o de mal gusto, pero un amor genuino y comprobado. Esto, supuestamente, lo hace excusable; no importa lo que diga la ley de Dios o las consecuencias devastadoras si se viola.
Ten cuidado con los pensamientos nublados y la racionalización
Al reunirme con una mujer para nuestra tercera cita de consejería, de repente me di cuenta de que ella sentía un interés inapropiado en mí. Lo que encontré realmente alarmante era que también me di cuenta que ya yo había percibido esto inconscientemente, pero había disfrutado de su atracción hacia mí demasiado para abordar el problema. ¿Y cómo sabía si yo no había enviado señales por mi parte? Ciertamente, yo no había dicho nada para desanimarla. Como yo todavía no estaba involucrado emocionalmente o le había respondido a su atención inadecuada, tuve la tentación de racionalizar y descartarlo como algo sin importancia, "a sabiendas", por supuesto, que nunca me involucraría con ella (famosas últimas palabras, ya que cada relación inmoral comienza con lo “inofensivo”). Cuando la luz penetró en mi pensamiento nublado, me di cuenta de que no debía de ninguna manera trabajar con ella, y la referí a otra consejera. Dios sabe—yo no quiero saber—lo que hubiese pasado si yo hubiera permitido que la situación continuara.
Anticipa y prevé las tentaciones sexuales
Siempre es más fácil evitar la tentación sexual que resistirla. Mientras José escapaba de la esposa de Potifar, así también debemos huir de los señuelos, cebos, y anzuelos de la impureza. Cuando se trata de la tentación sexual, Dios nos exhorta a ser cobardes (1 Corintios 6:18).
Los que viajan con sus trabajos o ministerios suelen ser objeto de tentación sexual considerable. El hogar, la familia y la comunidad proporcionan ciertas restricciones naturales que desaparecen durante los viajes (y, por desgracia, algunos viajan tanto precisamente porque no están satisfechos con sus vidas en el hogar). Tiempo de anonimato y de ocio tienen efectos catastróficos para los débiles, los que luchan para sobrevivir, y los que sufren.
Sé que algunos hombres y mujeres de Dios que viajan con frecuencia, mas, sin embargo, son victoriosos en esta área. No obstante, muchos otros tienen que viajar menos o traer a sus familias más, o permanecer en las viviendas particulares de las familias cristianas que conocen.
Reflexión:
Este hombre nos enseñó un gran principio que yo resumiría así: En los momentos de fuerza, toma decisiones que eviten la tentación en momentos de debilidad. Anticipando la tentación y eligiendo evitarla es a menudo la clave para el cumplimiento de un contrato de pureza: "Hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?" (Job 31:1).
Tomado de: Tentación sexual, Randy Alcorn
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