“La Biblia revela la
naturaleza de la masculinidad y la feminidad al describir las diferentes
responsabilidades para el hombre y la mujer y fundamentarlas en la creación y
no en las convenciones humanas.” John Piper.
Piper sugiere una lista de roles para la mujer que quiera ejercer de manera
bíblica su FEMINIDAD. Para que “Miréis al amoroso Dios de la Escritura y soñéis
acerca de las posibilidades que tenéis de servirle, con la siguiente lista para
empezar...”
1. Que vuestra vida entera, sea cual fuere vuestro
llamamiento, esté dedicada a la gloria de Dios.
2. Que confiéis tan plenamente en las promesas de Cristo
que la paz, el gozo y la fortaleza llenen vuestra alma hasta rebosar.
3. Que esta
plenitud de Dios se desborde en actos de amor diarios para que la gente pueda
ver vuestras buenas obras y glorificar a vuestro Padre que está en los cielos.
4. Que seáis mujeres del Libro, que aman, estudian y obedecen
la Biblia en cada área de su enseñanza; que la meditación de la verdad bíblica
sea para vosotras la fuente de esperanza y de fe; que sigáis creciendo en
entendimiento con cada capítulo de vuestras vidas, sin pensar nunca que el
estudio y el crecimiento son sólo para otras.
5. Que seáis
mujeres de oración, para que la Palabra de Dios se os abra y así el poder
de la fe y la santidad descienda sobre vosotras; que vuestra influencia
espiritual pueda aumentar en el hogar, en la iglesia y en el mundo.
6. Que seáis mujeres con una profunda comprensión de la
gracia soberana de Dios que refuerza todos estos procesos espirituales; y que
seáis, asimismo, pensadoras profundas en las doctrinas de la gracia, y aún más
profundas amantes si cabe de las mismas.
7. Que estéis plenamente comprometidas con el ministerio, cualquiera que sea vuestro llamamiento específico; que no desperdiciéis el tiempo con folletines televisivos, revistas para mujeres, pasatiempos sin importancia o compras; que redimáis el tiempo para Cristo y para su Reino.
8. Si sois solteras, que aprovechéis vuestro celibato al
máximo en la devoción a Dios –como hicieron Jesús y Pablo, Mary Slessor y Amy
Carmichael– y no os dejéis paralizar por el deseo de casaros.
9. Si estáis casadas, que respaldéis imaginativa, inteligente
y sinceramente el liderato de vuestros esposos, tan profundamente como la
obediencia a Cristo os lo permita; que los alentéis en el papel de cabeza que
Dios les ha dado; que influyáis en ellos espiritualmente sobre todo mediante
vuestra tranquilidad denodada, la santidad y la oración.
11. Que no supongáis que el trabajo secular es un desafío
mayor o un mejor uso de vuestra vida que las innumerables oportunidades de
servicio y testimonio en el hogar, el vecindario, la comunidad, la iglesia y el
mundo; que no sólo os hagáis la pregunta: “¿Carrera o ama de casa a tiempo completo?”;
sino, con la misma seriedad: “¿Carrera a tiempo completo o libertad para el
ministerio?”. Que os planteéis: “¿Qué sería de más valor para el Reino:
trabajar para alguien que me dice lo que debo hacer para que prospere su
negocio o ser un libre agente de Dios soñando mi propio sueño acerca de cómo
pueden mi tiempo, mi hogar y mi creatividad hacer prosperar los negocios de
Dios?”. Y que en todo esto toméis vuestras propias decisiones, no en función de
las tendencias seculares o de las expectativas de mejorar el estilo de vida,
sino de aquello que fortalecerá la fe de la familia y adelantará la causa de
Cristo.
12.
Que
tratéis de ver la situación con cierta perspectiva (con vuestros maridos,
si estáis casadas) y planeéis las diversas formas de ministerio en
vuestra vida capítulo a capítulo. Los capítulos están determinados por
diferentes factores: la edad, la fuerza, el celibato, el matrimonio, el
trabajo, los hijos en casa, los hijos en la universidad, los nietos, la
jubilación, etc. Ningún capítulo cuenta con todas las alegrías: la vida finita
consiste en una serie de trueques. Buscar la voluntad divina y vivir para la
gloria de Cristo al máximo en cada capítulo es lo que convierte la vida en un
éxito; no que parezca un capítulo de la vida de alguna otra persona o que tenga
lo que sólo algún otro capítulo puede traer.
13.
Que adquiráis una mentalidad y un estilo de vida de
tiempos de guerra; que jamás olvidéis que la vida es corta, que miles de
millones de personas se hallan en la balanza entre el Cielo y el infierno cada
día, que el amor al dinero es un suicidio espiritual, que la meta del ascenso
en la escala social (mejores vestidos, coches, casas, vacaciones, comidas,
pasatiempos) son un pobre y peligroso sustituto del vivir para Cristo con todas
vuestras fuerzas y de disfrutar al máximo ministrando a las necesidades de la
gente.
14.
Que en todas vuestras relaciones con los hombres (no
sólo en el matrimonio) busquéis la guía del Espíritu Santo para aplicar la idea
bíblica de la masculinidad y la feminidad; que adquiráis un estilo y un porte
que hagan justicia al papel singular que Dios le ha dado al hombre de sentirse
responsable de proporcionar un liderato refinado respecto de las mujeres: un
liderato que implica elementos de protección, provisión y un patrón de
iniciativa; que seáis imaginativas y culturalmente sensibles (como debe de
serlo él) conformando el estilo y fijando el tono de vuestra interacción
con los hombres.
15.
Que veáis las pautas bíblicas de lo que es adecuado e
inadecuado para los hombres y las mujeres, no como limitaciones arbitrarias de
la libertad, sino como sabias y refinadas recetas para descubrir la verdadera
libertad del ideal divino de la complementariedad; que no midáis vuestro
potencial por los pocos roles que se os niega, sino por la innumerable cantidad
de los que se os ofrece; que miréis al amoroso Dios de la Escritura y soñéis
acerca de las posibilidades que tenéis de servirle, con la siguiente lista para
empezar...
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