Queremos esposos
sabios, sensatos, que piensen bien las cosas antes de hacerlas, asegurando el
futuro bienestar de la familia; verlos fuertes ante las dificultades, confiando
en que Dios tiene el control de todo. Queremos verlos estudiando e indagando
todas las posibilidades para tomar buenas decisiones; que se apoyen en nuestro
consejo pero que no nos deleguen la responsabilidad. Queremos verlos confiados
y seguros de lo que hacen, activos y progresando en conocimiento. Queremos que
se encarguen de la disciplina de los hijos y participen de su educación;
Esposos y padres ejemplares en su comportamiento para que sean un buen ejemplo
a seguir.
Que sean los proveedores económicos
Queremos esposos
que se encarguen de proveer para todas las necesidades económicas de la casa,
esto no quiere decir que no podamos ayudarles, pero que no seamos las
responsables completamente de la economía. Que con nuestra ayuda se distribuyan
bien los ingresos del hogar. Que en los momentos de escasez busquen la
dirección de Dios y confíen en Su Providencia, pero que no se queden pasivos
ante las circunstancias, sino actuando y moviéndose para traer sustento.
Que sean los líderes espirituales
Queremos esposos
que tengan una buena relación con Dios y se sometan a Él, estudiosos de Su Palabra, la Biblia; Que enseñen el
evangelio a su familia y no deleguen esta tarea a su esposa; que practiquen lo
que enseñan. Que motiven a su familia a seguir a Cristo. Que aprendan a pedir
perdón, a reconocer sus pecados y estén trabajando constantemente en su
santidad. Que glorifiquen a Dios en todo lo que hagan.
Queremos esposos
valientes y firmes en sus decisiones, resueltos a protegernos y defendernos
delante de otros; que vayan delante de nosotras para asegurarse de que no hay
peligros que puedan asaltarnos. Que sean una ayuda en los quehaceres del hogar;
que procuren tiempos de descanso para nosotras, y cuiden nuestra salud y
bienestar. Que sean nuestros héroes.
Que sean amorosos
Queremos esposos que nos hagan sentir amadas aceptadas y valoradas, que aprecien nuestro
trabajo en el hogar, que cuiden su presentación personal para nosotras; que conserven
buena salud con dieta balanceada. Que no nos comparen con otras mujeres y
seamos su principal prioridad después de Dios. Que sean complacientes, pacientes
y cuidadosos en la intimidad; que piensen en destinar espacios para el
entretenimiento. Que aparten un tiempo para compartir a solas como pareja y
cultivar la relación.
Que tengan un trato delicado, que seamos su mejor amiga y confidente, que nos escuchen todas nuestras historias con interés, que no nos critiquen, por el contrario nos animen a cambiar nuestras malas actitudes. Que tengan expresiones de cariño (como cartas de amor, regalitos inesperados, abrazos repentinos), que puedan destinar un dinero extra para estar bellas para ellos.
Reflexión:
Esposos: Aunque
parezcan demasiadas peticiones, descansen en saber que el Espíritu de Dios está para capacitarlos
en hacer lo que Él nos ha mandado.
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a
nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su
voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por
Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.
Amén” Hebreos 13:20-21
Esposa: ¿Tienes la actitud correcta y
abres las oportunidades para que tu esposo sea complaciente contigo? ¿O por el
contrario estas criticando y burlándote de cada cosa que hace para ti?
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