Deberes generales de un buen padre de familia

EL DEBER DEL PADRE HACIA LA FAMILIA EN GENERAL.

Juan Bunyan (1628-1688)

El que es cabeza de una familia tiene, bajo esa relación, una obra que realizar para Dios: gobernar correctamente a su propia familia. Y su obra es doble. Primero, tocante a su estado espiritual. Segundo, tocante a su estado exterior.

Ya hemos considerado el estado espiritual de su familia. Ahora veamos su estado exterior.

Segundo, tocante al estado exterior de su familia, usted debe considerar estas tres cosas.

1. Que es su obligación asegurarse de que cuenten con el sustento necesario. “Y si alguno no tiene cuidado de los suyos, y mayormente de los de su casa, la fe negó, y es peor que un infiel” (1 Timoteo 5:8). Observe que cuando la Palabra dice que debe tener cuidado de los suyos, no le da licencia para descuidarlos, ni permite que el mundo entre en su corazón, ni en su cuenta de banco, ni que se preocupe de los años o días venideros, sino que provea el sustento a fin de que tengan comida y ropa; y si cualquiera de ustedes o usted mismo no se contentan con eso, se salen de los límites del gobierno de Dios (1 Timoteo 6:8; Mateo 6:34). De esto se trata trabajar a fin de contar con los medios para “gobernarse en buenas obras para los usos necesarios” (Tito 3:14). Y nunca objete, que a menos que logre tener más, no estará satisfecho, porque eso es falta de fe. La Palabra dice que Dios da de comer a los cuervos, cuida a los gorriones y viste a la hierba. ¿Qué más puede desear el corazón que ser alimentado, vestido y cuidado? (Lucas 12:6-28).
 
2. Por lo tanto, aunque usted mantenga a su familia, haga que todo su trabajo sea con moderación: “Vuestra modestia sea conocida de todos los hombres” (Filipenses 4:5). Cuídese de ocuparse tan intensamente de las cosas de este mundo al punto de obstaculizar el cumplimiento de sus deberes y los de su familia hacia Dios, los cuales, por gracia, tiene que cumplir; como ser orar en privado, leer las Escrituras y reunirse con otros creyentes. Es indigno que los hombres, junto con sus familias vayan detrás de este mundo al punto de apartar su corazón de la adoración a Dios.

Cristianos, “El tiempo es corto; lo que resta es, que los que tienen mujeres sean como los que no la tienen; y los que lloran, como los que no lloran; y los que se huelgan, como los que no se huelgan;... y los que usan de este mundo, como los que no usan; porque la apariencia de este mundo se pasa” (1 Corintios 7:29-31). Muchos cristianos viven y actúan en este mundo como si la religión fuera algo secundario, y como si este mundo fuera lo único que realmente necesita, cuando en realidad todas las cosas de este mundo son transitorias, y la religión es lo único verdaderamente necesario
(Lucas 10:40-42).

3. Si quiere ser la cabeza de una familia digna de usted, debe ocuparse de que haya armonía cristiana entre los que dependen de usted, como sucede en la familia donde gobierna alguien que teme a Dios.

(1.) Debe usted asegurarse de que sus hijos y sirvientes estén sujetos a la Palabra de Dios; porque aunque le corresponde sólo a Dios gobernar el corazón, él espera que usted gobierne al hombre exterior; porque si no lo hace, puede en poco tiempo cortar su descendencia [aun todos los varones] (1 Samuel 3:11-14). Ocúpese, entonces, de que sean sobrios en todas las cosas, en sus vestidos, su lenguaje, que no sean glotones ni borrachos; ni deje que sus hijos maltraten sin razón a sus sirvientes ni que se traten neciamente los unos a los otros.

(2.) Aprenda a distinguir entre cualquier ofensa que su familia le haya hecho a usted y la que le haya hecho a Dios; y aunque debe ser muy celoso del Señor y no tolerar nada que sea una transgresión abierta contra Él; debe aquí mostrar su discernimiento y pasar por alto y olvidar las ofensas personales: “El amor cubrirá multitud de pecados.”

No sea como los que se enfurecen, cuyas miradas parecen las de un loco cuando alguien los ofende; pero, que se ríen o hacen caso omiso y no reprenden cuando alguien deshonra a Dios.

“Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad” (1 Timoteo 3:4). Salomón a veces era tan grandioso en este sentido que dejaba atónitos a los que lo visitaban (2 Crónicas 9:3,4). Pero pasemos de lo general a lo particular.


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