Todo anhelamos la paz, pero cuando miramos nuestro entorno, vemos una sociedad violenta, que piensa en sí misma y siempre está a la defensiva ¿Qué gano yo? ¿Y mis derechos que? ¿Me satisface?, donde sobresale el egoísmo, la vanidad y el orgullo por encima de cualquier otra cosa.
“¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?... para satisfacer sus propias pasiones” Santiago 4:1-3
Es en el hogar donde se dan los principios que aportan los individuos a la sociedad, pero es precisamente allí donde la violencia es más común de lo que creemos y no hablamos de armas o golpes sino de otras formas violentas como: amenazas, frases hirientes, gestos ofensivos, burlas, gritos, peleas, conflictos y abusos. ¿Por qué dentro de un hogar que comenzó con el amor, ahora hay violencia?
Un corazón pacificador
Un pacificador, en primer lugar se pone en paz con Dios a través de Su hijo Jesucristo, aceptándolo como el único Hijo verdadero de Dios y el único Mediador entre Dios y el hombre. La reconciliación con Dios le traerá la paz que necesita, para poderla entregar en su hogar, su trabajo y su entorno social.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” Filipenses 4:7
Estar lleno de la paz de Dios, le ayudará más fácilmente a no ofender a otros y a pasar por alto las ofensas, a perdonar y pedir perdón, condiciones esenciales de un pacificador.
Cuando lo ofenden:
“No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos” Romanos 12:17.
Un pacificador no causa problemas, no piensa en su conveniencia o sus deseos, no se pone a la defensiva, deja su egoísmo y busca identificarse con el malestar del otro para lograr una conexión. Es sensible a las necesidades del otro y da el primer paso para llegar a un acuerdo.
Un pacificador no devuelve las ofensas, no permite malos entendidos y discusiones sin fin, se acerca al cónyuge, no recuerda conflictos pasados, comunica sus sentimientos y pone fin a la violencia perdonando.
Cuando ofende:
“Que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga.” 1Pedro 3:11.
Un pacificador mide sus palabras y acciones para no ofender o dañar al otro, pero cuando se equivoca, reconoce su error, pide perdón con humildad y repara en lo posible el daño que ha hecho.
Con los que le rodean:
“Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos” Romanos 12:18.
Un pacificador contagia a todos los miembros de la familia, crea un ambiente de armonía, es paciente, incita a dialogar, tiene un adecuado tono de voz, inspira confianza, interviene en forma conciliadora aun cuando no sea parte del conflicto, llora con los que lloran y ríe con los que ríen.
REFLEXIÓN:
Un corazón pacificador no depende de las circunstancias externas para tener paz, sino de su relación con Dios. ¿Tiene un corazón pacificador? Recuerde que usted es un actor muy importante para combatir la violencia social que comienza en los hogares.
“Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor” 2Pedro1:2
1 comentario:
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