Autor: Richard Steele (1629-1692)
1. Viviendo el uno con el otro. Él tiene que dejar “A su padre y a su madre, y allegarse a su mujer” (Génesis 2:24), y ella tiene que olvidar su “pueblo, y la casa de [su] padre” (Salmos 45:10). Él tiene que “habitar con” su esposa (1 Pedro 3:7), y ella que “no se aparte del marido”, aunque éste sea inconverso (1 Corintios 7:10). Los otros deberes del matrimonio requieren vivir juntos, teniendo relaciones sexuales regularmente, las cuales cada uno le debe al otro (1 Corintios 7:3-5). El Antiguo Testamento prohíbe que los esposos vayan a la guerra durante su primer año de matrimonio (Deuteronomio. 24:5). Esto muestra la importancia de vivir juntos.
1. Viviendo el uno con el otro. Él tiene que dejar “A su padre y a su madre, y allegarse a su mujer” (Génesis 2:24), y ella tiene que olvidar su “pueblo, y la casa de [su] padre” (Salmos 45:10). Él tiene que “habitar con” su esposa (1 Pedro 3:7), y ella que “no se aparte del marido”, aunque éste sea inconverso (1 Corintios 7:10). Los otros deberes del matrimonio requieren vivir juntos, teniendo relaciones sexuales regularmente, las cuales cada uno le debe al otro (1 Corintios 7:3-5). El Antiguo Testamento prohíbe que los esposos vayan a la guerra durante su primer año de matrimonio (Deuteronomio. 24:5). Esto muestra la importancia de vivir juntos.
2. Amándose
el uno al otro. Este es un deber tanto del esposo (Colosenses 3:19) como de la
esposa (Tito 2:4). El amor es la gran razón y el consuelo del matrimonio. Este
amor no es meramente romance, sino afecto y cuidado auténtico y constante y “entrañablemente
de corazón puro” (1 Pedro 1:22) el uno por el otro. El amor matrimonial no
puede basarse en belleza o riqueza, pues éstas son pasajeras, y ni siquiera en
la piedad, pues ésta puede menguar. Tiene que basarse en el mandato de Dios que
nunca cambia. El voto matrimonial es “para bien o para mal” y los casados deben
considerar a sus cónyuges como lo mejor en este mundo para ellos. El amor
matrimonial tiene que ser duradero, perdurando aun después de que la muerte
haya roto el vínculo (Proverbios 31:12). Este amor de corazón puro produce el
corolario de contentamiento y consuelo. Guarda contra el adulterio y los celos.
Previene o reduce los problemas familiares. Sin él, el matrimonio es como un
hueso dislocado. Duele hasta que vuelve a encajarse en su lugar.
Sin
arrepentimiento, el adulterio destruye la felicidad terrenal al igual que la
expectativa razonable del cielo. Casi disuelve el matrimonio, y en el Antiguo Testamento
era un crimen sancionado con la pena de muerte (Deuteronomio 22:22). Cuídense
para evitar las tentaciones de este pecado. El hombre que no se satisface con
una mujer nunca se satisfará con muchas, porque este pecado no tiene límites.
La fidelidad también incluye guardar el uno los secretos del otro. Estos no
deben revelarse a menos que exista una obligación mayor. Contar los secretos
del cónyuge es malo cuando sucede por accidente, peor cuando es el resultado de
un enojo y peor todavía cuando es motivado por el odio.
4. Ayudándose
el uno al otro. La esposa ha de ser “ayuda idónea” para su esposo (Génesis
2:18), lo cual implica que ambos deben ayudarse mutuamente. Deben compartir
estas cosas:
a. Su trabajo. Si ella
trabaja en casa y él trabaja fuera, el trabajo de ambos será más fácil. Para
motivación, preste él atención a todo el libro de Proverbios, y ella
especialmente al último capítulo.
b. Su cruz. Aunque
los recién casados esperan que el matrimonio sea sólo placer, las dificultades
de seguro llegarán (1 Corintios 7:28). Quizás tengan que enfrentar la pérdida
de bienes mundanales, daño a sus hijos, aflicciones causadas por amigos tanto
como por enemigos. Cada cónyuge tiene que ser un amigo para el otro venga lo que
venga.
C. Su consagración a Cristo. Vivan
como herederos “juntamente de la gracia de la vida” (1 Pedro 3:7). La meta más
alta del matrimonio es promover la felicidad eterna mutua. En esto, la
cooperación es muy importante. Los conocimientos de él deben ayudar a vencer la
ignorancia de ella, y el fervor de ella el desaliento de él. Cuando el esposo
está en casa, debe instruir y orar con su familia y santificar el día de reposo
pero, en su ausencia, ella debe atender estas cuestiones.
5. Siendo
pacientes el uno con el otro. Este deber es hacia todos, pero
especialmente hacia nuestro cónyuge (Efesios 4:31, 32). ¡En el matrimonio hay
muchas tentaciones para impacientarse! Perder los estribos causa guerras
civiles en casa, y nade bueno viene de ello. Ambos necesitan un espíritu
humilde y quieto. Aprendan a estar en paz consigo mismos para mantener la paz.
Retírense hasta que la tormenta haya pasado. Ustedes no son dos ángeles
casados, sino dos hijos pecadores de Adán. Disimulen las faltas menores y
tengan cuidado al confrontar las mayores. Reconozcan mutuamente sus propios
pecados y confiésenlos todos a Dios. Cedan el uno al otro en lugar de ceder al
diablo (Efesios 4:27).
6. Salvando
el uno al otro. 1 Corintios 7:16 insinúa que nuestro gran deber es promover la
salvación de nuestro cónyuge. ¿De qué sirve disfrutar del matrimonio ahora y
luego irse al infierno juntos? Si uno deja que su cónyuge vaya a condenación ¿Dónde
está su amor? Ambos deben inquirir sobre el estado espiritual del otro, y usar los
medios debidos para mejorarlo. Crisóstomo dijo: “Vayan los dos a la iglesia y
luego dialoguen juntos sobre el sermón.” Si los dos ya son cristianos, entonces
han de hacer lo que pueden para ayudarse mutuamente a llegar a ser santos más
perfectos. Hablen con frecuencia de Dios y de cosas espirituales. Sean
compañeros peregrinos a la Ciudad Celestial.
7. Manteniendo
relaciones sexuales matrimoniales con regularidad pero moderadas. “Honroso
es en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; mas a los fornicarios y a
los adúlteros juzgará Dios” (Hebreos 13:4). La relación sexual en el matrimonio
ha sido diseñada para remediar los afectos impuros, no excitarlos. No pueden
ustedes realizar con su cónyuge cada necedad sexual que se les ocurra, por el
mero hecho de estar casados. Ser dueños de un vino no les da permiso para emborracharse.
Sean moderados y sensatos. Por ejemplo, pueden abstenerse por un tiempo para
dedicarse a la oración (1 Corintios 7:5). Aun en las relaciones matrimoniales
tenemos que demostrar reverencia a Dios y respeto mutuo. El amor auténtico no
se comporta groseramente.
8. Cuidando
el uno los intereses del otro en todas las cosas. Ayúdense a
mantener una buena salud, y estén enfermos juntos, por lo menos en espíritu. El
uno no debe ser rico mientras el otro sufre necesidad. Promueva cada uno la
buena reputación de su cónyuge. El esposo naturalmente y con razón se interesa
por las cosas que son del mundo, cómo puede agradar a su esposa, y la esposa
hace lo mismo (1 Corintios 7:33 - 34). Esto da honor a su fe, consuelo a sus
vidas y una bendición en todo lo que tienen. Deben ser amigos íntimos, riendo y
llorando juntos, siendo la muerte lo único que separa sus intereses.
9. Orando
el uno por el otro. Pedro advierte qué hacer para que “vuestras oraciones no sean
impedidas” (1 Pedro 3:7), lo que sugiere es que deben orar el uno por el otro y
juntos. “Oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril” (Génesis 25:21).
Tenemos que orar por todos,
pero especialmente por nuestro cónyuge. El amor más puro se expresa en la
oración sincera, y la oración preserva el amor. Procuren tener momentos de
oración juntos. El Sr. Bolton oraba todos los días dos veces en privado, dos
veces con su esposa y dos veces con su familia. La oración eleva al matrimonio
cristiano por encima de los matrimonios paganos y de la cohabitación de los
animales.
Tomado de: http://www.chapellibrary.org/files/archive/pdf-spanish/ghomfgs.pdf
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2 comentarios:
Gloria a Dios, gracias por su recomendación y resaltando las citas bíblicas que hacen cambiar nuestra mente...
Gloria a Dios, gracias por su recomendación y resaltando las citas bíblicas que hacen cambiar nuestra mente...
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