“Que el Dios que infunde aliento y perseverancia les conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo corazón y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 15:5-6 (NVI)
Perseverancia: es la actitud de ser firme en alcanzar un objetivo, con el propósito de llegar a un final definido. La perseverancia comienza con una decisión basada en conseguir lo que se considera de gran valor, pero que aún no se tiene por completo. Es una actitud de insistencia ante un proceso que requiere paciencia.
Un voto que hay que cumplir
Al unirse en matrimonio, los novios hacen muchos votos ante Dios y ante los hombres, uno de ellos es el de permanencia: “todos los días de mi vida”, “hasta que la muerte nos separe”, “mientras viva”. En otras palabras permanecer juntos es lo mismo que: perseverar para conservar la relación hasta el final, independientemente de las dificultades, diferencias o desafíos. Ya que la voluntad de Dios para los cónyuges es que conserven el pacto matrimonial y construyan una familia sólida que glorifique a Dios.
La perseverancia nace en la dificultad
La perseverancia es una virtud que a pasos agigantados pierde seguidores; vivimos en una cultura hedonista que busca el placer y la eliminación del dolor como objetivo en la vida, y que presiona para buscar la propia satisfacción. Por esta razón muchos cónyuges creen que tienen el derecho a divorciarse y ante situaciones que producen enojo, desacuerdo, desánimo o derrota, ponen en duda el permanecer juntos.
Pero es precisamente en esos momentos donde se hace necesario la decisión de perseverar, al recordar el voto de permanencia que hicimos delante de Dios y aceptar el desafío de cumplirlo.
¿Cómo sostenerse en la perseverancia?
Dios conoce la fragilidad del ser humano para seguir en una actitud de insistencia cuando no hay recompensa por ello o no se reciben los frutos esperados; es por eso que Él mismo debe participar en nuestra relación matrimonial, pues la motivación y el impulso para perseverar vienen del Padre Celestial. Por medio de cultivar la intimidad con Dios a través de la oración y obedecer sus mandatos con el poder de Su Espíritu, Él le dará las fuerzas para seguir regando y fertilizando la semilla del amor que está sembrando en su cónyuge.
Reflexión:
Los votos que hacemos en nuestra boda, muchas veces los tomamos a la ligera como un simple requisito, que olvidamos ante las dificultades. Recordemos que fue Dios mismo quien confió esa unión en nuestras manos.
No mire el árbol de su matrimonio que hoy no tiene muchos frutos, mire por medio de la fe a Jesús y reciba Su amor para poder amar a su cónyuge. Persevere para cuando llegue al final de su vida pueda ver con satisfacción el hogar que construyó para exaltar el nombre de Dios.
“Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido” Hebreos 10:36
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