1. Génesis 1:27
Creó, pues, al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (LBLA)
Desde el comienzo, Dios hizo al hombre y a la mujer con la misma dignidad como humanos, pero también con diferencias complementarias magníficas. No los hizo humanos andróginos en esencia, con los accesorios masculinos y femeninos añadidos solo al final. En cambio, todos somos hombres o mujeres de pies a cabeza, en cada célula de nuestros cuerpos. Somos diferentes, maravillosamente diferentes, fisiológica y psicológicamente. Y estas diferencias no hacen mejor al hombre que a la mujer, o vice versa, sino que los hacen mejores al estar juntos.
Dios, tras dar forma al hombre, lo puso en el jardín, y le dio la visión moral de la vida en el mundo. Dios le dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea” (Génesis 2:18). Durante toda la creación, y al final de cada día, Dios decía que su trabajo era bueno, bueno, bueno, bueno, bueno. Luego, al final del sexto día, que era muy bueno. Pero, ¿que un hombre esté solo? Nada bueno. Por lo menos para el primer hombre, y para la mayoría de nosotros.