Los mitos del divorcio

Por Ken Sande, Presidente de Peacemaker Ministries

Con el paso de los años, he notado que los cristianos en el proceso de buscar un divorcio usan el mismo grupo de razones para justificar su decisión de irse. En tanto que los cristianos no se ponen de acuerdo acerca de cuáles son los bases legítimas para el divorcio, es claro que muchos cristianos se divorcian por las razones equivocadas. A estas razones R.C. Sproul las llama “mitos” en su libro El matrimonio Íntimo. Si Ud. entiende la forma de responder amablemente a estos mitos, Dios puede usarlo para ayudar a alguien que esté considerando el divorcio.

Mito #1 Cuando el amor se ha ido del matrimonio, es mejor divorciarse

Aunque esta la manera típica en que habla el mundo, los cristianos han aceptado esta idea. Sin embargo, la base del matrimonio no lo constituyen los sentimientos de amor, sino que en el diseño de Dios, el compromiso es el fundamento y el amor es su fruto.

Mito #2 Es mejor que los niños pasen por un divorcio y no que vivan con unos padres que se la pasan peleando todo el tiempo

Aunque en medio de un matrimonio realmente infeliz, los padres puedan creer sinceramente esto,  generalmente se trata de una racionalización superficial. Una forma de probar la sinceridad de los padres es pedirles que lean el libro de Judith Wallerstein titulado El Inesperado Legado del Divorcio, que expresa muy bien los muchos efectos perjudiciales del divorcio. Si aún después de leer estos hechos la pareja desea divorciarse, de todos modos tendrá que admitir que no son sus hijos lo que les importa, sino sus propios deseos egoístas.


Hijos obedezcan y honren. . . Padres no provoquen a ira


“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor. ” Efesios 6:1-4

Vivimos en una generación que está trastornando los roles familiares y el liderazgo de los padres se ha ido a extremos. Abundan  hogares con padres permisivos que no imponen reglas ni corrección, “los hijos lideran y los padres obedecen”. También encontramos hogares con padres estrictos que usan la fuerza, las amenazas y hasta la violencia para educar a sus hijos.

La Biblia que posee todo el consejo de Dios, da una clara dirección en como tener una relación de autoridad armoniosa entre ambos. Hay 2 mandatos específicos para que haya un respeto mutuo: Hijos obedezcan, padres no provoquen a ira.

El deber de los hijos: obediencia y honra.

“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. El precepto dado por Dios es que todo hijo que vive con sus padres y es soltero, tiene la responsabilidad esencial de  someterse a sus padres terrenales  “en el Señor”, esto quiere decir que deben reconocer la autoridad que Dios puso en ellos y disponer su corazón para obedecerlos porque cuando obedecen a sus padres están obedeciendo a Dios.

La razón por la que deben de hacerlo es “porque es justo”. En este contexto la palabra justo habla de “es recto” “es moralmente bueno”. La única excepción a este mandato es cuando la orden los lleva a pecar, por ejemplo si un padre le dice a su hijo que diga una mentira, no debe obedecer, pues por encima de la autoridad de los padres está la autoridad de Dios.

Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Este es un mandato para toda la vida, porque hace parte del quinto mandamiento. Un hijo que ya no vive con sus padres o está casado, su deber ya no es de obediencia sino de honra, o sea respetarlos, apreciarlos, escuchar sus consejos, buscar una relación madura con ellos, cuidarles, atender sus necesidades y hasta proveer para ellos cuando sea necesario (1 Timoteo 5:15).