Escapando de la tentación sexual -Lideres y Pastores (2)

Un mensaje a los pastores y líderes cristianos

Entre las minas morales que encuentra un líder cristiano en su trayectoria está la posición de poder y su influencia inherente en cualquier ministerio. Mientras más prominente sea el ministerio, mayor es el poder y la influencia. En el ministerio pastoral, por ejemplo, hay una extraña mezcla de adulación del ego y crítica debilitante que puede llenar a líderes de orgullo o desesperación. Al igual que nuestro Señor, los pastores tienden a ser adorados o crucificados, a veces ambos en un solo día. En este proceso de altas y bajas se deforma nuestra perspectiva y se va debilitando nuestra resistencia a la tentación.

Cada uno de nosotros debe aprender a asumir la responsabilidad de cada elección. Los que estamos en el ministerio, ya sea a tiempo completo o parcial, remunerados o no, en la iglesia o en la para-iglesia, debemos asumir una responsabilidad aún mayor de nuestras opciones tanto hacia los que servimos como hacia aquellos con quienes servimos. Esto impone una responsabilidad sobre laicos, y especialmente los que son líderes laicos en la Iglesia, de pedir al liderazgo pastoral que rinda cuentas por sus acciones. Como miembro de una iglesia local, tú debes no sólo orar por tu equipo pastoral, sino también estar dispuesto a enfrentarlos cuando sus obras los hagan caer en descrédito (1 Timoteo 3:1-7).

¡Habla!

Una y otra vez cuando un pastor tiene un romance con un miembro del personal, la gente dirá: "Yo lo veía venir" y "Eso iba a terminar sucediendo". Entonces ¿por qué no hicieron algo al respecto? Si hubo indicios, estas personas debieron haber ido directamente al pastor con su preocupación, y si no cambiaba la situación, debieron haber hablado con otro dirigente de la iglesia para enfrentar al pastor juntos (Mateo 18:15-17).

Existe un estándar más alto para aquellos en el ministerio, y la exposición pública es un precio que a menudo deben pagar (1 Timoteo 5:20). Uno de nuestros pastores decía lo siguiente acerca de la importancia de la confesión pública: "Si alguna vez cometo una inmoralidad, quiero que sepan que deberé enfrentarme a nuestra iglesia. Quiero saber que mi reputación se arruinará. No quiero ningún impedimento para ser eliminado”. Después de haber visto los efectos purificadores de las confesiones públicas por dos líderes laicos en la historia de nuestra iglesia, estoy más convencido de la importancia de este tipo de acción.

Consejeros pastorales, ¡Cuidado!

Nosotros en el ministerio por lo general tenemos personalidades centradas en la gente. Nos preocupamos y escuchamos, y esto atrae a muchos hacia nosotros, y viceversa. Nos quedamos envueltos en las vidas de otros, a veces de manera poco saludable. Estudios indican que más de la mitad de las personas con problemas emocionales o mentales van primero a ver a su pastor o líder espiritual. La mayoría de los pastores son hombres, y sin embargo, hasta el 75 por ciento de quienes acuden a ellos para pedir ayuda son mujeres. A menudo, estas mujeres están llegando precisamente porque tienen profundas necesidades emocionales y vacías en sus relaciones. Hay un proceso de unión natural en el asesoramiento que puede conducir a una sensación de intimidad por parte tanto del consejero como del cliente. Esta situación se agrava porque tanto pastores como laicos reciben poca capacitación para comprender la dinámica sexual que envuelve el ministerio. El papel de un pastor o un líder implica autoridad y poder que no debe abusar.

Estoy a favor de relaciones saludables entre los hermanos y hermanas en Cristo. Por ejemplo, mi esposa y yo tenemos una amiga muy querida que vivía con nosotros cuando era adolescente. A pesar de que estoy en mis cincuenta años y ella es de unos cuarenta años, la considero como una hija y hermana pequeña. La idea de un comportamiento inadecuado con ella me enferma tanto como si fuera con mi verdadera hija o hermana. Pero a menos que tengamos una relación familiar bien definida (lo que significa que una persona es "padre" o "hermano" para nosotros en el sentido de 1 Timoteo 5:1-2), tenemos que ser muy prudentes y cuidadosos acerca de nuestras reuniones con el sexo opuesto y tomar precauciones. Busca una persona calificada del mismo sexo para reunirse con la persona. Un hombre que tiene que reunirse con una mujer puede incluir a su esposa en la reunión.

Si a pesar de todo esto elijes aconsejar a solas a alguien del sexo opuesto, elimina de tu mente el que estés solo y que no tienes que rendir cuentas: mantén tu oficina cerca de las principales zonas de tráfico, deja entreabierta la puerta de tu oficina, o ten una puerta con ventana. Y date cuenta de que el riesgo que estás corriendo lo pudieras evitar si tuvieras a mujeres aconsejando mujeres y hombres asesorando hombres. Aun en la profesión de consejería secular, la mayor violación que se puede cometer es iniciar una relación romántica y/o sexual con un cliente. De hecho, el tener relaciones sexuales con alguien que ha venido a buscar ayuda emocional o dirección espiritual no sólo es considerada fornicación o adulterio —también debe considerarse abuso sexual.

La actividad sexual que surge de un contexto ministerial es comparable con el abuso sexual infantil, donde la supuesta figura adulta, madura y estable se aprovecha de su autoridad y credibilidad para iniciar o permitir un encuentro sexual con el inmaduro y vulnerable. En tales casos, la persona en el ministerio no es una víctima, sino un depredador. Y es mucho peor, porque somos los representantes de Cristo.

Hay una tendencia preocupante en la iglesia de culpar a la mujer que viene en busca de ayuda cuando un líder masculino se involucra con ella sexualmente. Ella es a menudo considerada automáticamente como la seductora, con igual o mayor responsabilidad que el hombre. Al contrario, a pesar de que ambos son culpables, es el socio en la posición de autoridad quien tiene la mayor responsabilidad.

A menudo, aquellos en el ministerio justifican coqueteos con el pecado de una manera racional que hasta suena espiritual. Por ejemplo, un trabajador cristiano no le dijo a su esposa sobre sus frecuentes reuniones con una mujer en particular usando como base que no debía violar confidencias de asesoramiento. Además, él sentía que su esposa se pondría celosa (sin una buena razón, por supuesto), entonces ¿para qué molestarla? Bajo el manto de la profesionalidad y sensibilidad hacia su esposa, procedió a reunirse con esta mujer en secreto. El resultado fue tanto predecible como trágico.

Un pastor había estado luchando con pensamientos lujuriosos hacia una muchacha universitaria en su iglesia. En lugar de tratar sus luchas a solas con el Señor, o con un hermano maduro, o con su esposa, ¡lo que hizo fue llevar a la niña a comer para hablar con ella! Citando el mandato bíblico de confesar nuestros pecados y hacer las cosas bien con la persona que hemos ofendido, le dijo, "he tenido pensamientos lujuriosos sobre ti, y sentía que necesitaba confesarme contigo." Avergonzada, pero halagada, la muchacha empezó a considerar sus propios pensamientos hacia él y, finalmente, terminaron teniendo una relación sexual.

¡Recuerda que todo esto provino de lo que el pastor se convenció a si mismo era una decisión espiritual y obediente de reunirse con la chica! Malinterpretar las Escrituras de esta manera y violar todas las reglas de la sabiduría y el sentido común muestra lo increíblemente nublado y poco fiable que puede ser nuestro entendimiento—y cuánto necesitamos el consejo justo y sabio y la amonestación de los demás. "Se jacta, por tanto, ante sus propios ojos, de que su maldad no será hallada y aborrecida" (Salmo 36:2).

Nuestra confianza sagrada

El ministerio no es una mera tarea. Es una confianza sagrada entre el pastor y el rebaño que Dios le ha confiado. Abusar y violar esa confianza para lograr una conquista sexual, o inclusive una dependencia emocional, es un comportamiento especialmente deplorable. Cada vez que el pecado sexual de un líder cristiano se hace pasar como "una indiscreción lamentable que se produjo en un punto vulnerable en su vida", la responsabilidad se evita o se niega, y otros —en especial de los miembros de la iglesia local—
aprenden que las necesidades e insuficiencias emocionales justifican un acto inmoral.

Aunque yo no he sido pastor desde el año 1990, me he reunido con varios hombres a través de los años que me han ayudado a mantener altos estándares en mi caminar con Dios. Sabíamos que íbamos a ser honestos los unos con los otros, y nos desafiaríamos unos a otros. En estos grupos, cada uno sube el listón para los demás, y nos ayudamos a subir a un nivel más alto, en el poder de Cristo.

No estás solo

Nosotros los que estamos en el ministerio a tiempo completo solemos controlar nuestros propios horarios y nos aislamos de la rendición de cuentas típica de la mayoría de los trabajos seculares, lo que nos permite separarnos, dándonos la libertad para mantener relaciones que no son saludables. Los principales candidatos para el pecado sexual son aquellos que pasan muchas horas fuera de casa, incluyendo noches y viajes frecuentes. Ya que estas condiciones pueden precisamente llegar a ser características de líderes cristianos exitosos con el público, no es de extrañar que muchos hayan caído.

Hay una mística acerca del ministerio espiritual que genera la fascinación de algunas personas. El respeto que sienten por un pastor, por ejemplo, puede rayar en el encanto. Es halagador para el pastor (especialmente cuando lleva heridas frescas de la última reunión de junta) el recibir la atención de una atractiva mujer que, evidentemente, lo admira y se embelesa con cada palabra suya. A menos que entienda claramente la naturaleza humana, puede ocurrir un proceso de vinculación sutil pero poderoso. Esto puede comenzar con un enamoramiento gradual, o hasta una "intimidad instantánea" que se acelera a un ritmo alarmante.

Muchos líderes cristianos se mueven con tanta libertad en el mundo de las grandes verdades espirituales que, a menos que se esfuercen para comunicarse a diario, sus cónyuges se van quedando fuera. Este desarrollo de dos mundos separados los lleva a dos vidas separadas y es a menudo el primer paso hacia una relación adúltera con "alguien que me entiende a mí y a mi mundo".

Aquellos que están dotados y activos en el ministerio pueden ser abiertamente orgullosos e independientes. Mientras más se destacan, mayor es la necesidad de que rindan cuentas, pero, irónicamente, es cuando menos lo hacen. En varios casos de líderes cristianos que han caído, es notable la cantidad de gente alrededor de ellos que sabían de su inmoralidad, o por lo menos de actos obviamente indiscretos e imprudentes que los llevaron al adulterio. Sin embargo, sus colegas más allegados no tuvieron la convicción o la valentía para enfrentarse a estos líderes. Ellos pensaron: "Él es un hombre de Dios, ¿quién soy yo para juzgar si está tomando una elección sabia?"

Como trabajadores de la iglesia y para-iglesia, podemos llegar a estar tan ocupados con nuestras tareas que nos mantenemos hombro con hombro con nuestros compañeros de trabajo, pero rara vez cara a cara. Muchos pastores de iglesias pequeñas se sienten aislados, e incluso aquellos en las iglesias grandes con un personal numeroso suelen estar solos a la hora de hacer frente a sus luchas morales.

Cuando nos damos cuenta de que todos estamos llamados a ser santos, porque Dios es santo (1 Pedro 1:15), debemos entonces tratar de ayudar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo a vivir por encima de todo reproche, para Su gloria.

Tomado de: Tentación sexual, Randy Alcorn

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