“Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con
pudor y modestia, no con
peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos; sino con buenas
obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad”.
La mujer
modesta quiere agradar a Dios con su vida, quiere mostrar lo que Cristo hizo
por ella en su manera de vivir, incluso en su arreglo personal. Ella se viste
con ropa decorosa, decente y se adorna con sencillez primeramente para el Señor
y, si es casada, para su marido. No se peina ostentosamente, ni se maquilla de
manera sugestiva o usa vestidos seductores. Ella quiere verse bella, femenina y
delicada porque quiere mostrar con su apariencia física lo que hay en su alma,
Ella sabe que su mejor vestido y la mejor forma de mostrar su belleza es con
“buenas obras”, con su comportamiento.
La mujer
modesta cumple la voluntad de Dios
en cuanto a su apariencia exterior e interior, porque la modestia no solo es
externa, sino que viene de un corazón arrepentido y humilde que quiere mostrar
su nueva vida en Cristo a través de su aspecto pudoroso,
decente, recatado.
Qué es lo
que tu vestimenta y tu apariencia dicen acerca de ti? ¿Sabes que tu cuerpo le
pertenece a Dios? ¿Qué el propósito de tu cuerpo es glorificar a Dios? ¿Qué en la
forma en que adornas tu cuerpo estas enviando mensajes a quienes te rodean? Evalúa tu guardarropa y que sea para la gloria
de Dios.
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