Estando en una situación
extremadamente crítica, Job clamó a Dios… Su primera oración no fue: ¡Ah! Que
sea sanado de la enfermedad que ahora afecta cada parte de mi cuerpo," ni
siquiera: "Que pueda ver que mis hijos son devueltos de las fauces del
sepulcro y que me sean devueltos mis bienes de manos de los saqueadores,"
sino que el grito primero y supremo es: "¡Oh que supiera dónde encontrar a
Aquel que es mi Dios! Que pueda llegar ante su trono." Cuando arrecia la
tempestad, los hijos de Dios corren a casa. Es un instinto celestial de un alma
en gracia el buscar refugio de todos sus males bajo las alas de Jehová...
Los santos de la antigüedad
tenían por costumbre ordenar su causa delante de Dios. Es decir, lo hacían como
el demandante que no se presenta en la corte sin haber pensado bien el
planeamiento de su causa, y no la deja a la inspiración del momento, sino que entra
en la audiencia con su caso bien preparado, habiendo además aprendido cómo
conducirse en la presencia de aquel importante personaje ante del cual está
apelando. En tiempos de peligro y de angustia podemos volar a la presencia de
Dios tal como estamos,.. pero en tiempos normales no deberíamos
presentarnos con un espíritu sin preparación…Nuestros sacrificios espirituales
debieran ser ofrecidos con santo cuidado.
Dios no quiere que nuestras oraciones
sean un simple salto de la cama, arrodillarse y decir lo que primero nos venga
a la mente. Por el contrario, debemos esperar al Señor con santo temor y
sagrada reverencia. Mirad cómo oraba David cuando Dios lo había bendecido.
Entended esto. No se paraba afuera desde lejos, sino que entraba delante del
Señor y se sentaba, ‑‑porque sentarse no es una mala posición para orar‑‑ y
sentado silenciosa y calmadamente delante del Señor comenzaba a orar, pero no
sin haber meditado antes sobre la bondad divina, y de ese modo obtener un
espíritu de oración: Luego, abrió la boca con la ayuda del Espíritu Santo.
Si alguno pregunta
qué orden debe observarse en la oración sepa que no le voy a dar un esquema
como el que muchos han elaborado, en que se ordenan en sucesión, la adoración,
la confesión, la petición, la intercesión y la invocación del nombre de Cristo.
No estoy convencido que ese orden sea dado por autoridad divina No me he estado
refiriendo a orden simplemente mecánico, porque nuestras oraciones serán
igualmente aceptables, y es posible que igualmente adecuada, en cualquier
forma. Es que aparecen oraciones modelos tanto en le Antiguo como en el Nuevo Testamento,
que asumen distintas formas.
El verdadero orden espiritual
de la oración parece estar formado por algo que es más que un simple
ordenamiento. Es más apropiado que nosotros sintamos primero que estamos
haciendo algo que es real; que estamos por presentarnos delante de Dios, a
quien no hemos visto ni podemos ver, pero está realmente presente. No lo
podemos tocar ni oír, ni podemos captarlo por medio de nuestros sentidos, pero
que no obstante, está con nosotros en forma tan cierta como si estuviéramos
hablando con un amigo de carne y sangre como nosotros. Sintiendo la realidad de
la presencia de Dios, nuestra mente será dirigida por la gracia divina a un
estado de humildad… Cuando siento que estoy en la presencia del Señor, y tomo
la posición correcta en su presencia, la cosa siguiente que me falta reconocer
es que no tengo derecho a nada de lo que estoy buscando, y no puedo esperar
obtenerlo si no es como un don de la gracia, y debo recordar que Dios limita
los canales a través de los cuales me concederá su misericordia, que me la
concederá solamente a través de su amado Hijo. Entonces debo ponerme bajo el
patrocinio del gran Redentor. Debo sentir ahora que ya no soy yo quien habla,
sino Cristo el que habla conmigo, y que mientras hago mi súplica, apelo a sus
herídas, Su vida, Su muerte, Su sangre, Su todo. Esta es una manera verdadera
de establecer un orden…
Debo repasar con la mirada las bendiciones
que deseo, para ver si es seguro que sería bueno pedirlo, porque algunas
cosas que deseamos sería mejor abandonarlas. Además, en el fondo de nuestro
deseo podría haber un motivo que no es verdaderamente cristiano, un motivo
egoísta, que olvida la Gloria de Dios y que atiende solamente a nuestra
comodidad y ocio. Ahora bien, aunque podríamos pedir cosas que son para nuestro
provecho, no debemos dejar que nuestro provecho interfiera en alguna forma con
la Gloria de Dios. En la oración aceptable debe haber una dosis de la sal
santa de la sumisión a la voluntad divina.
Pónganse estas tres cosas
juntas, la profunda espiritualidad, que reconoce la oración como una verdadera
conversación con el Dios invisible; mucha claridad, que es la realidad de la
oración, pidiendo aquello que sabemos que necesitamos; y por sobre todo, mucho
fervor, creyendo, que la cosa es necesaria, resuelto por lo tanto a obtenerlo
si se puede obtener por medio de lo oración, y además de todo esto, completa
sumisión, dejando todo ello a la voluntad del Maestro; ‑‑mézclese todo ello, y
tendrá una clara idea de lo que es ordenar tu causa delante del Señor.
Muy buena reflexión, pero sin ofender a nadie, lo unico que mas falta es que muestren mas la palabra de Dios, hay muchos versículos de la biblia donde habla de la oracion y la importancia que tiene. Igual esta muy buena la pagina ayuda mucho. Dios los bendiga ricamente.
ResponderEliminarMuy buena aplicación Dios les bendiga a todos
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