Cómo aplicar la
doctrina del pecado al Matrimonio.
Por Dave Harvey
Mientras no tomemos en serio la doctrina
bíblica del pecado aplicada a nuestros matrimonios, siempre estaremos ocupados
en los problemas, pero no llegaremos a la raíz del problema. Quiero sugerir que
muchos cristianos en el Cuerpo de Cristo no están atendiendo la raíz del
problema. Al interpretar sus problemas de una manera no bíblica, no están
recibiendo ayuda verdadera que los lleve al cambio.
Debemos comenzar a entender la naturaleza y
el efecto del pecado, si queremos comprender cómo afecta nuestro matrimonio. El
pecado logra su objetivo en nosotros cuando nos convence de que somos víctimas.
Cuatro indicadores de que
tenemos una doctrina funcional del pecado
A. Estamos más conscientes de
ser pecadores que de ser víctimas del pecado de otros.
¿Cuál es el mayor estorbo en tu matrimonio?
Cuando pensamos en esta pregunta inmediatamente pensamos en las acciones,
palabras o actitudes de nuestro cónyuge.
Pero ahora reconsideremos la respuesta de Pablo en 1 Timoteo 1:15 “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores, de los cuales yo soy el primero” Mientras más crecía Pablo en su relación con Dios más crecía
su consciencia de su pecado y de su necesidad de la Gracia de Dios. Nada puede
ser más vital e importante para nuestro matrimonio que nos veamos como los
“primeros” entre los pecadores.
Cuando pecamos en nuestros matrimonios, Dios
es la más grande víctima y subsecuentemente ese pecado es lo más destructivo en
nuestra relación matrimonial. Lo que destruye un matrimonio no es el alejamiento
del cónyuge, sino el alejarse de Dios primero. Nuestro pecado atenta primero en
contra de Dios y luego contra nuestro cónyuge.
Cada pecado que cometemos es primero en
contra del ser más grande del universo. Por eso todos los problemas maritales
se tratan de personas que han perdido la consciencia de la grandeza de Dios y
de su pecado con referencia a Él.
Estaremos yendo en la dirección del cambio
cuando estemos más conscientes de ser pecadores, que de ser víctimas del pecado
de otros.
Aunque
hemos sido liberados del dominio del pecado, todavía tenemos que colaborar con
el Espíritu Santo para mortificar los actos de la carne. Esta guerra espiritual
tiene un efecto especial en nosotros.
Está diseñada para hacer más profunda nuestra necesidad de Dios al
hacernos conscientes de la profundidad de nuestro pecado. Cuando una persona
entiende cuán pecadora es, llega a ser una persona que celebre y goce la gracia
de Dios.
El proyecto principal para nuestro
matrimonio no es reformar a nuestro cónyuge, sino mortificar nuestro propio
pecado. No se trata de estar sospechando, evaluando y analizando en demasía los
motivos de nuestro cónyuge, sino de mortificar y sacrificar nuestro propio
pecado.
Al preguntarnos ¿Qué es lo que está mal en
mi matrimonio? debemos responder: “Yo soy”. El punto clave es que el matrimonio se trata de dos
pecadores viviendo juntos para ser santificados dentro del contexto de la unión
conyugal. Dios usa el matrimonio como un medio de gracia para llevarlos a la
madurez.
Cuando entendemos la realidad del pecado
interior y esa convicción está funcionando en nuestro matrimonio ocurrirá lo
siguiente: En el caso de un conflicto, primero examinamos nuestro propio
corazón y luego nos dirigimos a nuestro cónyuge sospechando de nuestros
motivos, no estando convencidos de que tenemos razón, sino considerando
seriamente la posibilidad de estar equivocados. Cuando estás consciente del
pecado residente cambia el tono con el que te acercas a tu cónyuge. ¿Puedes
imaginar el impacto positivo en un matrimonio en el que los cónyuges sean
intencionales en examinarse y sospechar cada uno de sí mismo en primer lugar?
C. Afirmamos que las
circunstancias no causan el pecado sino sólo lo hacen evidente.
Mateo 15:10-11 y 19 dice: “Porque del corazón salen los malos
pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos,
los falsos testimonios, las blasfemias.”
Puesto que Dios es grande en misericordia para con nosotros, permite
circunstancias en nuestras vidas que expongan lo que hay en nuestros corazones.
Dios diseñó el matrimonio para que tengamos ocasión de ver en realidad lo que
hay en nuestros corazones.
Las tentaciones, pruebas, tribulaciones y cosas semejantes no inyectan
pecado a nuestro corazón. Sino
revelan el pecado que hay en nuestro corazón.
D. Sabemos cómo arrepentirnos y
regularmente confesamos nuestros pecados a Dios y a nuestro cónyuge.
Un
matrimonio que practica el arrepentimiento será un matrimonio que experimente
profundidad e intimidad. Por el
contrario, en el matrimonio donde no se practica regularmente el
arrepentimiento, habrá todo tipo de conflicto.
Creo que todos los que creemos en la
doctrina bíblica del pecado deberíamos estarnos preguntando ¿Cuán a menudo
confieso mis pecados a mi cónyuge?
Muchos matrimonios cristianos dicen que
confiesan sus pecados pero sin admitir nada en realidad. Como si fueran políticos dando
explicación de sus acciones dicen cosas como: “Siento mucho que mis acciones se
hayan malinterpretado”; “Si en algo te ofendí, te pido disculpas”, etc. Pero
debemos ser diligentes en que nuestras confesiones no terminen echando la culpa
sobre nuestro cónyuge, sino que reconozcamos nuestras acciones pecaminosas tal
y como Dios las ve y describe. No
es lo mismo decir: “Tuve un desliz” a decir “Adulteré o fui infiel”.
Una de las mejores maneras de cultivar la
intimidad en nuestro matrimonio es confesando humildemente nuestros pecados el
uno al otro. Donde hay confesión de pecados encuentras una gran humildad, y la
humildad crea intimidad entre los cónyuges. La intimidad forja una unión que
dura toda la vida.
Quisiera concluir con esto. Después de toda esta reflexión, ¿Qué te ha
mostrado Dios de tu matrimonio? ¿Qué se ha revelado de tu relación con tu
cónyuge? ¿Cómo estás aplicando la doctrina bíblica del pecado en tu matrimonio?
Esta es una trascripción resumida en
Español de un mensaje en Inglés dado por Dave Harvey grabado en la 1995 South
Coference. Dave Harvey sirve en el equipo de liderazgo de Sovering Grace
Ministries y es Pastor de la Iglesia Covenant Fellowship Church en Pensilvania,
EEUU.
Link del libro: http://www.sovereigngracestore.com/Product/B3275-00-11/Cuando_Pecadores_Dicen_Acepto_When_Sinners_Say_I_Do_.aspx
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