Una de las banderas que deben regir en nuestra vida como creyentes es actuar con determinación para vivir una vida cristiana fructífera. Esa es una herramienta esencial para desechar el pecado y crecer en santidad.
Pero ¿Qué es determinación? Es tomar la decisión de hacer algo con un propósito, discernir con conocimiento y resolver hacerlo con osadía y valor. O sea que, la determinación en la vida cristiana nos lleva a tomar la decisión de obedecer la Voluntad de Dios y hacerlo con convicción.
La motivación para llevar una vida piadosa con determinación la encontramos, primeramente, en el amor por nuestro Salvador, quien nos sacó de la esclavitud del pecado, nos santifica y nos adoptó en su familia. Y si lo amamos como Nuestro Padre queremos hacer su voluntad. Y ¿Cuál es Su Voluntad? Es nuestra santificación, como lo dice 1 Tesalonicenses 4:3: “...pues la voluntad de Dios es vuestra santificación”.
Y esa es nuestra motivación para llevar una vida llena de fruto espiritual, una vida que glorifique a Dios, como lo que ordena la Escritura en 1 Pedro 1:15: “...como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”.
La Biblia nos anima a vivir con determinación.
En el libro 2 Crónicas 15:7 dice: “Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra”.
Salmo 119:57 muestra la determinación del salmista: “Mi porción es Jehová; He dicho que guardaré tus palabras”.
Gálatas 6:9 afirma: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”.
El Apóstol Pablo en 1 Corintios 15:58 ordena: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
Nuestra determinación flaquea cuando vienen las pruebas, o cuando somos desafiados por los otros, o cuando predicamos el evangelio, cuando somos tentados o cuando pecamos.
Ayudas para actuar con determinación
Conocimiento de la Palabra de Dios – Escrito está!
Salmo 119: 97: “Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación”.
Usa todo lo que sabes acerca de Dios y su Palabra
Salmo 119:92: “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido”.
Koinonía -Comunión de la Iglesia-:
1 Tesalonicenses 5:11 “Por tanto, alentaos los unos a los otros, y edificaos el uno al otro, tal como lo estáis haciendo”.
Conscientes de que somos incapaces de hacer alguna cosa sin la ayuda de Dios, humildemente roguémosle que, por Su gracia, nos permita llevar a cabo y mantener cada determinación que tomemos, que estén de acuerdo a Su voluntad, por la causa de Cristo.
Sobre este tema, Jonathan Edwards escribió un libro llamado “Las 70 resoluciones” cuando tenía 20 años.
Vale la pena leerlo. (https://www.avivanuestroscorazones.com/articulos/las-70-resoluciones-de-jonathan-edwards/)
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