El
pecado original es la doctrina bíblica que explica la inclinación pecaminosa de
su hijo. Significa que los niños no llegan al mundo buscando a Dios y Su
justicia. Ni entran al mundo con una inocencia neutral. Llegan al mundo
buscando cumplir sus deseos pecaminosos y egoístas. La Escritura también enseña
una doctrina llamada depravación total, que se refiriere a la extensión del
pecado original. Aunque la obra de la naturaleza pecaminosa no necesariamente
alcanza la expresión total en la conducta de todos, no obstante se llama
depravación total porque no hay un aspecto de la personalidad, carácter, mente,
emociones o voluntad humana que esté libre de la corrupción del pecado o inmune
a las seducciones del mismo.
Dicho
francamente, el pecado no se aprende – es una disposición innata. Sus hijos
obtuvieron su naturaleza pecaminosa de usted, usted la obtuvo de sus padres,
sus padres la obtuvieron de sus padres y así sucesivamente, hasta llegar a
Adán. En otras palabras, la caída de Adán manchó toda la raza humana con el
pecado. Ambos, la culpabilidad y la corrupción del pecado son universales. El
apóstol Pablo escribió: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un
hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por
cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). “Por la transgresión de uno vino la
condenación a todos los hombres” (v. 18), significando que hemos heredado la
culpabilidad del pecado. Y “porque así como por la desobediencia de un hombre
los muchos fueron constituidos pecadores” (v. 19), significando que hemos
heredado la corrupción del pecado. Nadie está exento. Nadie nace verdaderamente
inocente.