RESTITUCION: Devolver a su dueño

En Levítico 6:2-5, Dios nos enseña a proceder sobre las cosas que tomamos, pero que no nos pertenecen. Analicemos algunos ejemplos que pueden aplicarse al matrimonio:

“Si alguien comete una falta y peca contra el SEÑOR al:

Defraudar a su prójimo en algo que se dejó a su cuidado...

-Cuando tomo la decisión de regalar, vender o botar cosas que nos pertenecen a ambos, sin consultarle a mi cónyuge.

-Cuando, sin autorización de mi cónyuge, regalo o desecho algo que le pertenece, como por ejemplo su camiseta favorita, sus herramientas, papeles o documentos, recuerdos del pasado.

-Cuando tomo esa “cosa” que mi cónyuge aprecia tanto, pero que pienso que es horrible, e intencionalmente la quiebro o daño, haciéndola parecer un accidente.

O si roba u oprime a su prójimo despojándolo de lo que es suyo...

-Cuando el cónyuge se duerme o sale un momento y le saco de la billetera un “dinerito” sin que se dé cuenta.

-Si del dinero que está destinado para algo especifico, por ejemplo el pago de la casa, saco para otros gastos que mi cónyuge desconoce, y al final del mes, solamente le digo: no me alcanzó.

-Cuando no involucro a mi cónyuge en mis decisiones, sabiendo que van a afectarlo en un futuro.

-Cuando un esposo intencionalmente no cubre las necesidades de su esposa e hijos.


O si encuentra algo que se perdió y niega tenerlo…

-Cuando escondo ese dinero extra que recibí, para invertirlo en cosas que no he consultado con mi cónyuge.

-Cuando encuentro algo que le pertenece a mi cónyuge y considera perdido o no se acuerda y lo tomo para disponerlo como a mí me parezca.

… Será culpable y deberá devolver lo que haya robado, o quitado, o lo que se le haya dado a guardar, o el objeto perdido que niega tener o cualquier otra cosa por la que haya cometido perjurio. Así que deberá restituirlo íntegramente y añadir la quinta parte de su valor. Levítico 6:2-5

Muchas veces no le damos la importancia a estos actos que están en contra de la voluntad de Dios, porque las practicamos con nuestro cónyuge. Estamos llamados a arrepentirnos, a pedir perdón a Dios y al cónyuge, a devolver o restituir lo que hemos tomado o dañado injustamente y a no volver a caer en esta falta.

Reflexión:

Piense por un momento si se pusiera al descubierto, todo lo que ha tomado sin consentimiento de su cónyuge… le traería vergüenza, estaría en juego su honestidad, desconfiarían de usted y traería decepción y dolor a los que lo rodean.

Para mantener un matrimonio fortalecido, es necesario que la honestidad y la transparencia se practiquen a tal punto, que la restitución no sea necesaria.

“Pero Zaqueo dijo resueltamente: Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús— ya que éste también es hijo de Abraham” Lucas 19:8