LA VANIDAD Y SUS AFANES

Para nosotros una persona que dedica demasiado tiempo al arreglo personal, o invierte gran parte de su vida para verse bien, es vanidad. Pero vanidad también es estar interesado en lo superficial, en buscar grandeza, aceptación, sentirse valioso por la riqueza, fama o poder que se tiene.

El rey Salomón, rico, poderoso y sabio, hizo una prueba: “Vamos, pues, haré la prueba: … Me daré la gran vida… vino… casas… jardines… esclavos… ganado… oro… cantores… mi propio harén... No le negué a mis ojos ningún deseo, ni a mi corazón privé de placer alguno… Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida” Eclesiastés 2:1-10. Y pudo comprobar que, aunque hizo todo lo que quiso, no encontró ahí la felicidad, más bien su conclusión fue: Todo es vanidad.

¿Encuentra algo parecido a nuestra realidad? Vivimos en una sociedad que busca encontrar bienestar solamente en el cumplimiento de sus deseos: “Cuando termine de pagar esa deuda, seré feliz”, “Si obtengo ese empleo, no necesito más”, “Si compro esa casa, quedaré satisfecho”, pero inmediatamente se cumple ese sueño, viene otro y luego otro, sin lograr llenar nuestros anhelos.